Estamos compartiendo principios bíblicos con respecto al
noviazgo, esto es un extracto del libro “El Joven y sus dilemas” de Winkie
Pratney.
¿Crees
tú que Dios puede guiarte hacia el cónyuge que te corresponde? Una historia
bíblica nos dice la manera cómo Dios lo halla. En esta historia bíblica hay más
verdad espiritual que simples principios generales sobre el matrimonio. Uno
puede pensar en esta historia como una bella ilustración en la cual Abraham
simboliza a Dios el Padre, Isaac al Hijo y el siervo al Espíritu Santo; y
Rebeca representa a la novia de Cristo, la iglesia. Pero yo quiero usar su
esquema general para ayudarte a hallar el compañero o la compañera de tu vida.
Abre la Biblia en el capítulo 24 del Génesis.
1. "Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su
casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo
de mi muslo, y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la
tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre
los cuales yo habito" (Génesis 24:2,3).
He aquí
la primera norma para hallar el compañero de tu vida en conformidad con la
voluntad de Dios: ¡No te
enamores de cananeos!
¿Quiénes
son los cananeos? Un cananeo es una persona egoísta. Es alguien que realmente
sólo se preocupa por sí mismo, que nunca hace una entrega real al Señor Jesús,
que no coloca prácticamente a Cristo primero en su vida. A los cananeos
realmente no les importa. Nota cuánto se parece esa palabra al vocablo
"canino". Y el amor cananeo en su forma más suave es un amor "de
perrito"; ¡y en su peor forma es el preludio a la vida de perro! Si
estableces amores con un cananeo no te sorprendas si te trata como a un perro.
Un perro es algo que tú acaricias, algo con lo cual juegas; ciertamente no es
alguien con el cual se contrae matrimonio.
Las
personas egoístas no saben amar porque nunca han amado a Dios. Sólo los
verdaderos discípulos de Jesús pueden amar realmente porque el amor cristiano
en el matrimonio opera en tres niveles diferentes a la misma vez. La pareja
cristiana unida en matrimonio conoce mucho más que simplemente el amor sexual y
la atracción física. También tienen un amor amistoso por cuanto han aprendido a
honrarse el uno al otro como hermano y hermana en la familia de Dios, y han
compartido intereses comunes en su obra. Luego, ambos están dominados por el
amor de Dios que suaviza las asperezas y los une bajo el gobierno del Señor
Jesús.
¡Ni
siquiera salgas de paseo con los cananeos! No hay manera de que tú puedas
continuar viendo a alguna cananea atractiva, sin mezclar cualquier preocupación
espiritual que tengas por ella con la atracción puramente física. Y si eres una
chica, no caigas en la trampa de decir: "Al salir con él, lo voy a ganar
para Jesús". Tal vez puedas, pero se levantan grandes obstáculos contra esa
posibilidad. Algunas de las más bellas discípulas de Jesús que yo conozco se
fueron por el desaguadero moral porque permanecieron demasiado con algún
cananeo sexualmente atractivo que no se entregaba a Dios.
Sé que
es fácil que engañes a otros cuando te estás metiendo en problemas serios. Aun
es fácil que te engañes a ti misma en el sentido de que en realidad estás
espiritualmente enamorada de sus almas. Pero recuerda que el amor no es sólo un
sentimiento de afecto. Cualquiera, incluso un cananeo, puede atraerte, si te
ofrece suficiente interés y atención. Pero el amor no es romance.
Conozco
a jovencitas de colegios bíblicos universitarios que han sido arruinadas por
algunos de los peores hombres dedicados a la trata de blancas y adictos a las
drogas que jamás hayan peleado contra Dios. Cada una de esas muchachas pensaba
que estaban a punto de ganar a esos hombres para Cristo; pero todo el tiempo
estaban siendo seducidas mediante la conversación suave y con expresiones
trilladas. Cuando estos tipos viles hubieron cumplido el propósito que tenían
con ellas, se rieron y se separaron, como habían hecho con todas las otras
mujeres que habían usado de la misma manera. Hay una norma segura,
especialmente si eres una joven: permanece lejos de los cananeos.
2. "Sino
que irás a mi tierra y a mi parentela. . . “(Génesis 24:4). Busca
entre el pueblo de Dios a la persona que él tiene para tu vida. Los matrimonios
cristianos tienen que edificarse primero sobre un amor común a Jesús. Esto te
dará un vínculo perenne, que nunca se disolverá, un amor eterno para Dios y en
él. Realmente puedes crecer hasta amar a una persona al descubrir que está
interesada en la misma clase de cosas en que tú tienes interés. ¿Qué ha hecho
Dios en la vida de ese individuo, y qué es lo que quiere hacer? Incluso
pudieras descubrir que los dos tienen las mismas metas básicas para la vida.
Los dos quieren hacer las mismas cosas bajo la dirección de Dios, preocuparse
por los mismos valores y hallar que juntos pueden trabajar bellamente. Si se
presenta la pregunta de la posibilidad de comprometerse, pueden comenzar a
buscar a Dios y someter la amistad que tienen a la prueba del verdadero amor.
3. El
criado tuvo una buena pregunta. ¿Cómo iba él a hallar a la mujer precisa para
su señor? Abraham le dio un consejo: "Jehová, Dios de los cielos. . .
enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo"
(Génesis 24:7). Así que la siguiente norma es esta: Sale
con el ángel que ha sido enviado por el ángel de Dios. Hallarás gran placer por el
solo hecho de estar con el pueblo de Dios. Harás muchos amigos del sexo opuesto
entre los discípulos de Jesús. Tal vez ninguno de estos llegue algún día a un
tipo de compromiso serio para el matrimonio. Pero puedes estar feliz al saber,
que, si Dios quiere que tú te cases, él hará los arreglos para que, en el
tiempo oportuno, encuentres a la persona con la cual él sabe que serías feliz.
Hay algo seguro con respecto al siervo de Abraham: él realmente creyó que Dios
lo guiaría exactamente hacia la mujer que iba a buscar. Y si tú quieres lo
mejor de Dios, realmente tienes que confiar que Dios te dirigirá en la misma
manera.
Hay
muchas personas con las cuales pudieras casarte y estar bien por algún tiempo.
Pero a menos que tengas la seguridad de Dios con respecto a la elección que
haces, siempre te estarás preguntando si en realidad te casaste con la persona
que te correspondía. ¿Qué pensarás dentro de cinco años, al mirar
retrospectivamente hacia los pasos que diste para decidir? ¿Tendrás pesares y
dudas con respecto a la persona con quien te casaste, en caso de que Jesús
demore su venida? No hay necesidad de decir que no debes galantear con ninguna
persona cuando no tengas la seria intención de relacionarte con ella. Que Dios
te guarde hasta que estés seguro.
Algunos
jóvenes tienen temor de confiar en Dios con respecto a la persona con quien han
de casarse. Estos dejarían que Dios maneje todo lo demás, pero tienen la rara
idea de que Dios no sabe nada en cuanto a escoger al cónyuge para ellos.
Imaginan que él castigará la confianza de ellos dándoles alguna vil criatura
defectuosa.
¿Puedes
ver que acude al Señor un hombre que ama a Dios y cree que necesita una esposa?
El dice: "Oh Señor, aceptaré cualquiera que quieras darme. Cualquiera, Señor,
¡cualquiera!" Luego se detiene aterrado y se dice: "¡Ay, no! ¿Qué
dije?"
Piensa
que Dios se lanza ahora sobre sus palabras sin perder un segundo y le dice:
"¡Ah, ah! Ya lo hiciste. Ya lo dijiste. Yo te oí. Dijiste que cualquiera.
¡Bueno! Tengo esta horrible bruja, la del moño, de piernas peludas, que usa
zapatos de tenis; ella ha estado orando durante 95 años: ‘Oh Dios, ¡dame un
joven simpático!’ Ha orado tanto que ya no termina con la palabra ‘amén’, sino
con la expresión ‘un hombre’. Ahora bien, no puedo dejarla sin recompensa. Tú
fuiste el primero que dijiste que cualquiera, ¡así que durante el resto de tu
vida tendrás la oportunidad de deplorar tu dedicación!"
¡Qué
horrible cuadro de Dios! Dios sabe mejor que tú con qué clase de persona serías
más feliz. Tú, amigo, tienes una buena idea sobre la clase de amable señorita
con la cual te gustaría pasar el resto de tu vida. Tú, amiga, quieres a un
maravilloso hombre a quien voluntariamente puedas entregar el amor de todo tu
ser. Y óiganme los dos. Dios conoce los pensamientos de los corazones de
ustedes aun mejor que ustedes mismos.
Yo sé
dos cosas con respecto a Dios: primera, él es realmente sabio; segunda, él es
realmente amor. Eso significa que nunca comete un error, y que lo que él decide
para nosotros siempre cuadrará bellamente con lo que nuestro corazón realmente
desea. El ángel de Dios hallará para ti otro "ángel" terrenal con el
cual puedas compartir tu vida. ¡Confía en él! Si confiaste en él en lo
concerniente a la vida eterna, ciertamente puedes confiar plenamente en él,
para un corto tiempo de felicidad en esta vida. Y la persona que él escoja para
ti será realmente la apropiada.
4. "Y la doncella era de aspecto muy hermoso"
(Génesis 24:16). ¿Estás listo para la siguiente norma? Ella
tiene que ser bella; él tiene que ser bien parecido. ¡Eso es lo que dice la Biblia!
Un hombre envió una carta a una columnista para preguntarle: "¿Por qué las
muchachas cierran los ojos cuando las beso?"
Ella
respondió: "Mírate en el espejo, y lo sabrás".
Una
chica le envió su fotografía a un amigo por correspondencia, después que éste
le había escrito durante un año, sin siquiera haberla visto nunca. Escribió en
la parte posterior de la fotografía: "Esta fotografía no me hace
justicia".
Él le
escribió otra carta. Le dijo: "Tú no necesitas justicia; ¡lo que necesitas
es misericordia!"
Pero
Dios es mucho más bondadoso de lo que jamás hayamos imaginado. Nadie comprende
la profundidad de los pensamientos amorosos que él tiene para nosotros. Sí, la
persona con la cual tú te casas tiene que ser bella, o muy bien parecida. Por
lo menos, para ti. Vas a pasar el
resto de la vida con él, o con ella. ¿Por qué no debe ser bien parecido él?
¿Por qué no debe ser hermosa ella? Dios diseñó la atracción física. Fue idea
suya.
No te
perjudicaría hacer la oración que Catherine Marshall llama "la oración del
sueño dorado". Pídele a Dios que te dé el hombre de tus sueños. Pídele que
te dé la mujer de tus sueños. Pero primero, dedica tu corazón a complacer al
Señor, a deleitarte sólo en él. No andes merodeando por ahí con una tranquila
desesperación buscando a alguien con quien casarte. Alégrate con que estás
unido a Jesús, con que el amor de él es la fuente de tu contentamiento. Y Dios
dice que, si te deleitas en él, él te dará los deseos de tu corazón. No tengas
miedo de colocar metas altas. Sé un hombre o una mujer de Dios, que estás
enamorado de Dios, y tus sueños se cumplirán en Cristo. Tal vez pienses que
eres feo y, por tanto, la mujer de tus sueños pensará que no eres el hombre
adecuado. Tal vez pienses que eres fea y, por tanto, el hombre de tus sueños
piensa que no eres la mujer que él quiere. No te desesperes. ¡Puedes llegar a
ser bella, y tú puedes llegar a ser bien parecido! La belleza no es algo que
viene envasada, ni la produce la genética. Hay algunas personas que tienen
caras lindas, pero corazones feos, y por eso no son bellas. La belleza real
comienza desde adentro.
William
Booth les dijo a sus hijos: "Ustedes quieren más que una cara bonita con
la cual vivir los 365 días del año, hijos míos. Busquen aquellas gracias y
dones femeninos más profundos con los que la madre de ustedes ha enriquecido mi
vida".
La
persona más bella externamente en la Biblia no fue el Señor Jesús. Tal persona
fue un ángel de tal gloria y belleza que fue llamado el hijo de la mañana. Pero
su belleza lo hizo orgulloso. Pecó contra Dios y fue echado del cielo. La
Biblia lo llama Satanás. No, la belleza no es siempre una ventaja. La única
descripción escrita que tenemos de los rasgos físicos de Jesús la encontramos
en Isaías 53:2: “. . . no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin
atractivo para que le deseemos".
La
gente que vio al Señor en la tierra no regresaba diciendo:
"¡Extraordinario! ¿No tenía él la apariencia de un gran príncipe!"
No, no era la apariencia física del Señor Jesús la que lo hacía verdaderamente
bello. Lo que lo hacía bello era lo que él era. Y tú puedes ser bello o bella
en la misma forma. He visto gente de la calle que tenía la más horrible
apariencia y que mediante un milagro realizado por el poder del Dios viviente
fueron cambiadas en personas bellas. Su belleza es Jesús. Les viene de aquellas
horas que pasan con la Persona supremamente amada. ¡Tú puedes cambiar tu
aspecto! Simplemente olvídate de ti mismo. Entrega tu amor totalmente a Jesús.
Permite que ese amor se derrame hacia otras personas.
Toda tu
vida y tu apariencia cambiarán a partir
de adentro. La Biblia expresa este hecho de una manera bella: "Los que
miraron a él fueron alumbrados" (Salmo 34:5).
5.
"Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego,
para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus
camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac"
(Génesis 24:14).
Aquí
tenemos una maravillosa prueba. El criado quería alguna clase de señal por
medio de la cual él pudiera reconocer a la mujer que Dios tenía para su señor.
Esta es una manera mediante la cual tú también puedes reconocer a la que Dios
tiene para ti, si eres un hombre que estás buscando a la señorita que él te
tiene preparada: ¿Puede ella dar de beber a los
camellos?
Por
supuesto, tal vez tu tierra no tenga camellos. Pero el principio sigue aún
firme. ¿La persona a la cual estás siendo atraído está dispuesta realmente a trabajar en la vida? ¿Está ese hombre
dispuesto, no sólo a ayudar, sino también a ir más allá de la segunda milla por
amor a ti?
Cuando
escogemos jóvenes para el liderato, hemos aplicado un principio sencillo. A
cada nuevo voluntario se le encomienda una tarea física difícil. Aquellos que
se entregaron a ella de la mejor manera e hicieron el trabajo más pulcro,
resultaron ser los mejores líderes y los seguidores más dignos de confianza.
Esta es
una prueba sencilla que puedes aplicar al "ángel" que tienes en
mente. ¿Cómo trabaja? ¿Está dispuesto a dar al matrimonio todo lo que puede? El
matrimonio sólo comienza con el aro o con una promesa: se necesita la vida
entera para desarrollarlo. Para comenzar, trata de saber cómo trata ese hombre
a su madre, a su hermana. ¿Qué solicitud tiene ella para con su padre, para con
sus hermanos? Habla con la persona con quien estás pensando casarte y
pregúntale qué piensa de tus seres amados.
¿Toma
esa persona realmente en serio el compromiso? ¿Ha librado Dios a ese individuo
de las casuales aventuras de la calle, y ha hecho que sea verdaderamente
dedicado a él y a los demás? ¿Puedes en verdad confiar en él? ¿Está él
sacrificándose realmente para satisfacer necesidades? Eso es lo que significa
dar de beber a los camellos.
Algún
día cuando ella no esté presente, echa una mirada a su dormitorio. ¿Está bien
arreglado? ¿Cuida ella bien su ropa? ¿Cuida su apariencia, sin ser esclava de
la moda? ¿Realmente practica la limpieza? Pregúntate: ¿Me gustaría que mi hogar
se parezca al cuarto de ella? El matrimonio no mejorará drásticamente los
hábitos personales. ¡Lo que estás viendo es más o menos lo que vas a obtener!
Y
ahora, amiga, ¿qué diremos acerca de él? ¿Es cuidadoso con el dinero que Dios
le ha encomendado? ¿Es generoso cuando es necesario, y sin embargo, sabe
ahorrar cuando las cosas se ponen difíciles? ¿Sabe estar humillado y tener
abundancia? ¿Es amable contigo ahora, o tiene malos hábitos que tú esperas que
cambien? El que cambia los hábitos es Dios, no el tiempo. No te cases con ninguno
que no haya confesado todo pecado conocido. ¡Recuerda que no tienes nada que
ver con los cananeos!
Para
ayudarte a descender de tu nube romántica, échale una mira al padre de él. Tal
vez el joven tenga mejor aspecto que el de su padre al llegar a esa edad. Pero
tal vez no. ¿Vas a estar feliz con él después de quince años, aunque tenga una
apariencia como ésa? Haz la misma prueba con la madre. Esto pudiera dolerte,
pero es mejor pensar claramente ahora que tener que arrepentirte más tarde.
Recuerda que el amor es sabio, y que hace una elección reflexiva. No te cases
con nadie que no pase esta prueba: ¿Puede esta persona dar de beber a los
camellos?
6.
"Y el hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Jehová
había prosperado su viaje, o no" (Génesis 24:21).
El
siervo aprendió lo que tú tendrás que aprender. Luego de haber puesto
condiciones y de haber hecho sus votos a Dios, aprendió a esperar. Para que
halles la novia o el novio que Dios tiene para ti, tú también tienes que estar
dispuesto a esperar. Si Dios te ha llamado para contraer matrimonio, él te
proveerá tu cónyuge a su debido tiempo. Esto significa, por supuesto, que
primero tienes que darle el derecho de tomarte para sí; que estás dispuesto a
no contraer matrimonio, si él piensa que eso es lo mejor. Esa es la única
manera como puede ocurrir la entrega verdadera a Dios. Luego, no confundas el
movimiento con el momento. Si Dios te señala cuál es el cónyuge que tiene para
ti, ése es el movimiento. Espera el momento
oportuno.
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